El otro día debatía por Linkedin con un compañero sobre el objetivo de una organización. Él defendía que era importante el cómo hacíamos las cosas (proyectos) y el resultado (productos/servicios) y que esa distinción era clave en las empresas. Sin embargo, hay un punto más allá que es clave, sobre todo en el mundo digital: los resultados.
¿De qué sirve hacer proyectos, productos o servicios si no produce ningún impacto en nuestros customers o en nuestros usuarios?
El mundo cambia, pero sin cambiar las empresas
Vivimos en un cambio total de paradigma social. El mundo occidental se digitaliza con la aparición del iPhone en 2007. Ese año, seguramente, será recordado en la historia como el momento en el tuvimos internet en la mano y pasamos a estar conectados contínuamente.
Nuestra forma de vida ha cambiado brutalmente: cómo compramos, cómo nos entretenemos, cómo ligamos, cómo nos relacionamos… ¡todo! Y este cambio tecnológico y social debe tener su correspondencia en las empresas en una evolución cultural.
Antes, cuando producíamos bienes físicos: coches, mesas, botes de pintura o comida enlatada, buscábamos técnicas de eficiencia y productividad que nos llevaran a reducir costes y maximizar el beneficio. La tecnología era una ayuda para optimizar todos esos procesos. Puedo tener una máquina que empaqueta galletas el doble de rápido, otra que hace pedidos de harina a mi proveedor por internet de manera automática y otra que rastrea los pedidos de los camiones. Estos ejemplos muestran de manera evidente el valor que aporta la tecnología.
Ahora bien, ¿cómo se demuestra esto en una banco? ¿harán hipotecas más rápido?, y ¿una aseguradora? ¿tendrá mejores coberturas gracias a la tecnología?… Cuando nos adentramos en el mundo del conocimiento y los resultados son intangibles, el valor de la tecnología no es tan evidente. Es más, para muchas empresas la “digitalización” sólo consiste en tener un “canal digital” donde vender sus productos ¡Es una revolución más elevada!
Value Thinking, ¡Bienvenido!
La industrialización en el siglo XIX y el “Descubrimiento de América” por parte de los Europeos en 1492 supusieron cambios rápidos que vinieron acompañados de una evolución cultural y social ¿Estamos viviendo un cambio similar gracias a la digitalización?
Lo estamos viviendo y, sin perspectiva histórica, nos cuesta entendero. Seguramente las primeras fábricas en Inglaterra no entendieron el gran cambio que iban a producir. Hoy en día, el “Internet en la mano” está generando una revolución espectacular. De hecho, las empresas más valiosas hoy en día son tecnológicas y digitales, ¿casualidad?
El cambio mental es lo que llamamos en NeuronForest el Value Thinking, es decir, pensamiento en valor y resultados. En el mundo del conocimiento, tu valor no es producir mucho, sino producir lo correcto de la manera correcta para generar un impacto en tu cliente.
El Value Thinking es clave porque, sobre esta mentalidad, podemos reinventar las organizaciones. Una vez que toda nuestra organización está orientada a valor, tendremos que repensar muchos aspectos: estructura organizativa, herramientas, comunicaciones, salarios, bonus, métricas, clientes…
Empresas orientadas a valor
Cuando hablamos de Value Thinking debemos entender que el valor lo crean los equipos. Hoy en día, raro es que una persona o un departamento solo entreguen valor. La clave son los equipos, compuestos por personas que, unidas, entreguen valor a nuestros clientes. Es decir, para tener empresas orientadas a valor, debemos disponer de equipos orientados a ello.
Organizar una empresa mediante Value Delivery Teams es decir, equipos orientados a la entrega de valor. Cada Value Delivery Team se encargará de un “trozo del mercado” al que la empresa se dedica. Puede ser un producto, un conjunto de ellos, un servicio, una tipología de cliente o un área geográfica. La clave es que este VDT tenga claro quién es su cliente y pueda construir soluciones para ello.
Una vez que tenemos un Value Delivery Team orientado a un determinado mercado, tendremos que añadirle elementos claves: métricas de valor que validen sus resultados, estrategia organizativa alineada con el resto de equipos, momentos de “control de resultados” donde nos sentemos a inspeccionar y adaptarnos… A partir de ahí, podemos reinventar muchos aspectos de la organización, por ejemplo, podemos asociar bonus a resultados, ¡a resultados de valor para nuestra empresa!
Valor o muerte
Las empresas que interioricen el concepto “valor” y que se centren en tener empresas que abandonen el control tradicional, por el foco en resultados, acabarán por dominar el mercado. Es sencillo, cuando somos usuarios, queremos productos y servicios que nos faciliten la vida, que nos den valor. A nadie le importa si el equipo que hizo Whatsapp cumplió su diagrama de gantt o si en Amazon hicieron una estimación que se cumplió, lo que realmente nos importa son los servicios que nos prestan y por los que estamos dispuestos a consumir.
Centrarnos en controlar a las personas y sus tareas cuando esas tareas no aportan valor ninguno y no mirar los resultados es una de los mayores desperdicios actuales en las empresas.
Si quieres ganar la partida, céntrate en valor. Y tú, ¿mides tareas o valor?